Lo declararon culpable de robo, desobedecer una orden judicial y violar las medidas antiepidémicas. Fue condenado a tres años de prisión en suspenso. Cumplirá la pena fuera de la cárcel.

Lo declararon culpable no de uno, sino de tres delitos, pero incluso así la cara de Ariel Omar Rosendo este lunes era de felicidad y lo demostró con gestos y movimientos. Y fue así porque, a pesar de todo, no volverá a la cárcel. El tribunal que lo juzgó las últimas semanas lo sentenció a tres años de prisión en suspenso, lo que significa que el cumplimiento de la pena en la cárcel queda suspendido y él podrá sobrellevar esa condena como un hombre libre.

El fallo no fue unánime. Después de cinco horas de deliberación, a las 19:25, los jueces Daniela Estrada y Aníbal Astudillo resolvieron condenarlo por “Desobediencia de una orden judicial”, “Violación de las medidas antiepidémicas” y “Robo simple” en perjuicio de Smata, cuyo gremio es dueño de la vivienda que saqueó el exlegislador.

La jueza Sandra Ehrlich, en cambio, entendió que, además de robarle a Smata, también la despojó de sus pertenencias a su expareja, Ivana Massimino, quien residía en el domicilio del sindicato. Por todo eso y el resto de los delitos, resolvió que debía ser condenado a cuatro años de prisión con su traslado inmediato al servicio penitenciario. No obstante, al ser el voto de Ehrlich el único en disidencia, es decir, al ser minoría, la sentencia final resultó ser la de los otros magistrados.

Como atenuantes, los jueces consideraron la falta de antecedentes de Rosendo y como agravantes, su condición de funcionario público, la nocturnidad del momento del hecho y el contexto de violencia de género. Y como condición le prohibieron acercarse a menos de 200 metros de Massimino y de los lugares que ella frecuenta hasta el agotamiento de la pena.

Cuando Rosendo escuchó la primera parte del veredicto, la que ya anunciaba que sería condenado solo a tres años en suspenso, estiró su brazo izquierdo y estrechó la mano de uno de sus defensores, Marcos Juárez. Hizo lo mismo con otro de los abogados que estaba detrás suyo, giró la cabeza hacia su pareja y los familiares que lo fueron a acompañar, sonrió y les mostró un pulgar arriba. Luego, se abrazó a su otro defensor, Ramiro Rubio, con una mano apoyada en su hombro.

“Estamos muy contentos con el fallo, porque es lo que pedimos”, dijo Juárez. Hacía referencia a que el Tribunal hizo lugar a lo que la defensa había planteado más temprano durante los alegatos, es decir, cambiar la calificación de “Robo doblemente calificado por efracción y por ser en banda” a un delito menos gravoso como “Robo simple” y condenarlo a tres años de prisión en suspenso.

Explicó que la querella puede recurrir hasta a la Corte Suprema de Justicia para cambiar el fallo, pero “esto no va a implicar en ningún momento que la libertad personal de Rosendo se vea comprometida”.

Leticia Latini, la abogada de Massimino, adelantó que recurrirá a casación, es decir, buscará la anulación del veredicto. Asimismo, rescató que “está condenado y en un contexto de violencia de género”. Esto último, a su vez, le pareció paradójico de parte del tribunal, puesto que lo sentenciaron en un contexto de violencia de género pero no consideraron que le haya robado a su ex.

Durante la mañana, en los alegatos, el fiscal Maximiliano Bazla expuso que sostenía las acusaciones que llevaron a juicio al exlegislador y enumeró los motivos y las pruebas que demostraron su culpabilidad. Empezó por el delito de violación de las normas sanitarias. Bazla recordó que en 2020, primero por un decreto de la Nación y luego por otro establecido por el Gobierno de la Provincia, los ciudadanos tenían permitido salir a la calle solo para comprar alimentos o ir a la farmacia, de ocho de la mañana a ocho de la noche.

Es decir que quedó más que claro que el exsenador violó la medida antiepidémica, remarcó. Puesto que el hecho juzgado ocurrió pasadas las 5 de la mañana y, además, no salió a la calle a comprar algo de necesidad, sino que “fue a robar en una casa”. “Él (Rosendo) dijo que estaba exento de la ley por su trabajo de senador, que tenía permiso para circular, pero eso no fue así”, recordó.

Respecto a la desobediencia de la medida judicial, Bazla leyó la orden judicial expedida en agosto de 2019 por un Juzgado de Familia. La disposición de la jueza Lorena Báez le impedía al hombre estar a menos de 200 metros de distancia de Massimino y de su domicilio. Por eso fue hasta donde vivía la mujer “durante la madrugada, a las 5 de la mañana, para que nadie lo viera”.

Después, el fiscal entró de lleno a explicar cómo quedó acreditado que el acusado ingresó a robar a la casa que es propiedad de Smata. Varios testigos dieron fe de eso, dijo. Para empezar, un fletero de apellido Lucero, a quien Rosendo contrató para trasladar los muebles que sacó de la vivienda de Italia 426.

El fletero, quien cuando vio que eso no se trataba de una mudanza se fue del lugar, contó que vio la camioneta del acusado cargada con colchones, una cama y otros elementos, que vio que intervenían varias personas y que escuchó muchos ruidos.

Algo similar relataron un empleado de la empresa de seguridad que fue hasta el domicilio cuando se activó la alarma, una vecina que vive enfrente y otros testigos. También subrayó que declaró el cerrajero a quien el imputado había buscado para abrir la entrada principal de la casa y a quien finalmente no pudo convencer. “Hay una filmación de una cámara de seguridad en la que se ve a Rosendo con su camioneta cargada con las cosas que se llevó”, señaló.

Bazla recordó que, además de muebles, el exsenador se apoderó hasta de la ropa interior de su expareja y las joyas de su abuela. “Si él fue a buscar sus pertenencias, como dijo, ¿por qué no le pidió a la Justicia que se las entregara? Tal como había hecho antes. Si los bienes eran de él, ¿por qué entró a las seis de la mañana a romper todo a una casa en plena pandemia?”, planteó.

Y una de las últimas preguntas que planteó y se contestó fue: “¿Por qué lo hizo, por qué entró a la casa de su expareja a robar? ¿Tenía esa necesidad económica? No, estaba sobrado económicamente. Tenía un buen sueldo. Era legislador, una persona que, se supone, debe velar por el bien de los ciudadanos, creando leyes que regulen nuestro comportamiento, no andar cometiendo delitos”. El único motivo para ingresar violentamente, la mañana del 18 de mayo de 2020, era “causarle daño a la víctima”, para demostrarle que él hacía lo que quería y que era superior”. Por todo eso, el fiscal solicitó seis años de prisión.

Lo mismo manifestó Latini. “No entró a la casa a llevarse sus pertenencias o las de su hija, como dijo. Tampoco fue por necesidad; todo fue un móvil de venganza. Quería vengarse de Ivana por la ruptura de la relación, porque ella ya estaba en pareja con otra persona”, expuso.

Fuente: eldiariodelarepublica.com